[IAEP] En tu escuela o liceo, ¿aprenden trabajo en equipo?
Carlos Rabassa
carnen at mac.com
Mon Feb 13 11:57:34 EST 2012
Sylvia S.,
muchísimas gracias por esta joya que nos has regalado.
Hay mucho para comentar, tan solo de mi parte. Me imagino todo lo que podrán agregar los educadores que participan en estas listas. Prometo responder a muchos de tus puntos.
Estoy de acuerdo con mucho de lo que dices y también en desacuerdo con una buena parte. Pienso que esa es la situación ideal para que podamos sacar provecho de nuestro diálogo. Si estuviéramos de acuerdo con todo lo dicho por ti, ninguno de nosotros aprendería cosas nuevas, seguiríamos sabiendo siempre lo mismo y conservando los conceptos equivocados que podamos tener.
Hasta pronto,
Carlos Rabassa
Voluntario
Red de Apoyo al Plan Ceibal
Montevideo, Uruguay
On Feb 13, 2012, at 12:07 PM, Sylvia Sánchez wrote:
>
> ¡Hola, Carlos!
>
> Te cuento que a mí me pasó todo lo contrario que a vos en la escuela y el liceo y sin embargo no soy un ejemplo de persona que guste de trabajar en equipo. Creo que el problema está en que se van a los extremos con las modas pedagógicas. Está de moda promover el esfuerzo individual (que me parece muy bien) y todo es trabajar solos y prácticamente que todos contra todos. Está de moda lo solidario y lo grupal (que también está bien) y te obligan a trabajar en equipo y a compartir en todo momento y lugar aunque no quieras ni puedas ni reporte beneficio alguno.
> En la escuela (como en todos lados) uno no se lleva bien con todo el mundo; con unos sí, con otros no y con otros neutro. Pero las maestras nos obligaban a trabajar en equipo aunque no tuvieras con quién juntarte. Incluso armaban las maestras los grupos pasando por alto si los integrantes se querían o se detestaban profundamente. A nadie le gusta trabajar con alguien que le dice "lenteja" todo el tiempo, por ejemplo.
> Lo mismo pasaba (y aún pasa) con la cuestión de compartir. En vez de enseñarte porqué es bueno y útil compartir, te obligan a compartir quieras o no, con cualquiera, te lleves bien o mal sea una buena o mala persona. La reacción natural es, obviamente, volverse totalmente egoísta. Piensen un poco si es justo y lógico compartir tu mejor merienda con aquél que te hace zancadillas en el recreo.
> Lo mismo pasa con el deporte. Mientras yo hice la escuela y el liceo era obligatorio salvo por motivos médicos y era insufrible. El deporte no aporta al avance de la humanidad ni nadie consigue un trabajo por ser un buen gimnasta. Obligar a todos, torpes o ágiles, a hacer deporte y exponerse a las burlas de los compañeros no tiene ningún sentido. Más porque los que se burlan suelen hacerlo por puro aburrimiento.
> Saltar por encima de una especie de tronco o correr como hámsters alrededor de un círculo es inútil y aburridísimo.
> Aclaro que yo no lo hice porque tuve la fortuna de tener médicos cerca que me inventaran alguna enfermedad. En 10 años de educación básica prácticamente no pisé el gimnasio. Pero otros no fueron tan afortunados y tuvieron que sufrirla con la obvia consecuencia de que en cuanto terminaron Ciclo Básico se prometieron a sí mismo no hacer ejercicio nunca más. No es que lo piensen racionalmente, es que si te obligan día tras día a hacer algo aburrido y sin sentido le agarrás alergia.
> Conclusión: a ningún adulto le gusta hacer ejercicio. Cuanto menos mejor.
>
> Mi punto es que los extremos son malos y que pretender enseñar a partir de obligaciones no conduce a ninguna parte.
> El trabajo en equipo debería hacerse si quieren y pueden y si no, que lo hagan solos y ya se verá si pudieron estar a la altura o no. Además, el reconocimiento del trabajo no debería quedar en una nebulosa llamada "Equipo X", debería haber una especie de hoja de "créditos" como en los álbumes musicales. De esta forma es más fácil enseñar porqué es útil el trabajo en equipo (complementar habilidades, disimular falencias), y se evita el clásico "trabajan unos y descansan los demás". Si hay que poner lo que hizo cada uno, el o los que no hicieron nada quedan en evidencia. Con esto se matan dos pájaros de un tiro: el que hace la plancha aprende que puede caer en una situación más incómoda que la de pensar, y el que trabaja se siente gratificado y reconocido y no ve al trabajo de equipo como una pérdida de tiempo y un abuso a su esfuerzo.
> Lo mismo va para la cuestión de compartir. Nadie, ni el más marxista de los comunistas, comparte todo con todos. No debería ser una obligación y mucho menos con gente con la que uno se lleva mal. Debería explicarse porqué es bueno compartir (frases hechas no, lo políticamente correcto es lo primero que se olvida) y felicitar a aquéllos que lo hagan espontáneamente. Qué sé yo, idear algún tipo de premio o hacer una cartelera para que figuren los mejores compañeros (por ejemplo, "Ana porque siempre convida con la merienda"). Y si alguno no puede porque no tiene, idear alguna forma para que pueda participar igual. No sólo es posible compartir cosas materiales, pueden ser dibujos para decorar el salón o cualquier otro aporte. Y nunca, nunca obligar a alguien a compartir indiscriminadamente. Porque entonces es injusticia, no solidaridad o como le quieran llamar. De esa forma, además, se puede aprovechar a mostrar las contras de portarse mal. Es muy probable que el peleador de la clase, el que siempre insulta a todo el mundo, no tenga nadie que quiera compartir nada con él; entonces es buen momento para mostrarle los beneficios de ser sociable y cortés.
> Por último, el deporte no debería ser obligatorio y el programa debería ser más diverso. Hay gente que es nula en gimnasia y un as en handball por dar un ejemplo arbitrario. ¿Por qué no pueden formarse grupos de cosas distintas? No dividido por edad ni por sexo, si no simplemente por habilidades o preferencias. Creo, además, que sería útil que se les enseñara algún tipo de arte marcial (que no incluya golpes mortales) al estilo del judo o del aikido. Los niños y adolescentes aprenderán a controlar su fuerza, a defenderse y entrenar la mente. Ganar a base de tener un objetivo claro, estar tranquilo y aprovechar la fuerza ajena es mucho mejor (a nivel individual y colectivo) que resolver todo a cascotazo limpio con la idea de partirle la cabeza al oponente lo más rápido posible (antes de que venga mamá, papá, la maestra, el profesor o la policía).
> Además, los que demuestran ser más hábiles podrían competir entre sí y ganar premios, lo cual sería un aliciente para ellos por su esfuerzo. ¿A quién no le gustaría decir "Yo gané el torneo de tal año y ahí está mi foto"? O ¿"Mi equipo fue el tercero de la escuela, nos ganamos esa copa que ves en la foto"?
>
> Es hora de dejar de tratar a las personas como hormigas. No lo somos. Todos somos iguales ante la ley pero no física y mentalmente.
>
>
>
> Esa es la realidad que percibo, al menos
> Sylvia S.
>
>
> El 07/02/12 08:01, Carlos Rabassa escribió:
>>
>> Hola todos!
>>
>> De lo mucho que leí en las listas en los últimos días, estos dos pasajes me dejaron pensando:
>>
>>> On Feb 5, 2012, at 8:42 AM, Sylvia Sánchez wrote:
>>
>> ... ...
>>>> Trueque: ... Cualquiera que tenga una habilidad especial (como dibujar, despejar ecuaciones, idiomas o lo que sea), ¿nunca ayudó a un compañero de clase a cambio de otro favor similar o de que le consiguiera tal o cual cosa?
>>
>>
>> En un trabajo que traduje recientemente, decía:
>> ...
>> Se
>> trata del trabajo de Yochai Benkler de Harvard, en su
>> reciente libro The Penguin and The Leviathan - How
>> cooperation triumphs over self-interest - (El Pingüino y el
>> Leviatán) - Cómo la colaboración triunfa sobre el interés
>> individual - el afirma que la mayoría de los seres humanos
>> somos, por naturaleza, buenos colaboradores, pero que
>> nuestros sistemas de premios y castigos (incluyendo la
>> evaluación de la educación) no corresponden al desarrollo de
>> la colaboración.
>> ...
>>
>>
>>
>> Recuerdo que tal como dice Sylvia S., durante mis años de
>> escuela y liceo, muchos compañeros y compañeras pedían ayuda.
>> Había dos temas que se repetían. En primaria eran los que, a
>> último momento se acordaban de que había que entregar una
>> tarea domiciliaria pero, no tenían el menor recuerdo de qué
>> era lo que la maestra había pedido. En secundaria, el tema
>> favorito para pedir ayuda era matemática.
>>
>>
>>
>> Nunca lo había pensado hasta ahora como trueque pero, ahora
>> que Sylvia lo dice, recuerdo que un gran incentivo,
>> especialmente en el liceo, era la gran posibilidad que me
>> regalaba el sistema, de entrar en contacto con compañeras del
>> grupo que me gustaban mucho pero que, de otra manera, me
>> hubiese costado más aproximarme a ellas.
>>
>>
>>
>> A estos intercambios de ayuda de escuela y liceo no creo que
>> los podamos llamar "trabajo en equipo". El único trabajo en
>> equipo que recuerdo de esa época eran los pocos deportes que
>> se practicaban, nada en el liceo y un poco en la escuela. Pero
>> siempre quedaba fuera del equipo. "No se la pases [la pelota]
>> porque la pierde", era lo que oía con más frecuencia. Y me lo
>> merecía porque era realmente malo.
>>
>>
>>
>> En la facultad, acabo de darme cuenta, trabajaba en equipo.
>> En un caso, a sugerencia del profesor hicimos algo que en la
>> facultad de hoy es de rutina, integré un equipo con otro
>> compañero, para preparar un proyecto que al presentarlo a fin
>> de año, en forma conjunta, era la manera que se decidía si
>> habíamos aprovechado y aprobado el curso. Pero también integré
>> otro equipo, esta vez éramos tres, para estudiar juntos
>> durante el año y para preparar exámenes.
>>
>>
>>
>> Este último equipo nadie lo planeó. Resultó como solución
>> informal a un problema que nos ocurría. En muchas clases era
>> poco lo que entendíamos de las explicaciones del profesor. Muy
>> pronto en el curso la mayoría nos sentábamos en clase a hacer
>> acto de presencia ya que no asimilábamos nada. Perdíamos
>> muchas clases con frecuentes huelgas. Mi equipo no era el
>> único. Creo que eran excepción los que estudiaban solos.
>>
>>
>>
>> Y ahora que vuelvo a pensar en esto, lo que nos ocurrió era
>> exactamente lo que describe muy bien Sugata Mitra al hablar de
>> su famoso experimento de la computadora en el agujero de la
>> pared, al que se refirió en una
>>
>>
>> conferencia que escuché. Es más según nos dijo, en forma
>> natural sin instrucciones ni sugerencias, los niños se
>> agrupan, de a "tres o cuatro" a discutir entre ellos sobre
>> cómo usar esta computadora sin instrucciones ni manual, que
>> nunca habían visto antes.
>>
>>
>>
>>
>> Carlos Rabassa
>> Voluntario
>> Red de Apoyo al Plan Ceibal
>> Montevideo, Uruguay
>>
>>
>>
>>
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